No podrían faltar, a pesar de lo corriente que son en cualquier mesa, la sólo
mención de las natillas, el arroz con leche, la leche frita o los buñuelos.
La
popular elaboración de tales platos y los elementos que la componen, hacen casi
innecesaria la secuencia pormenorizada del procedimiento de los mismos.
Un
buen plato - digamos mejor una fuente - de natillas no encierra secretos para
nadie, al igual que el gusto de que sean más o menos espesas; cada cual le da
su punto o tiene su preferencia. Pongámosle
una sola condición a nuestra complaciente "cocinera", y es que, si
no es mucho pedir, le monte las claras.
El
arroz con leche exige un toque de distinción y aroma que lo pone la canela en
rama y echar al cocerlo una cáscara de limón. Lo demás queda de nuestra parte.
Si
el goloso osa poner a prueba su grado de glotonería, lo hará con la leche
frita. Se prepara la masa con un litro de leche, cuatro o cinco huevos, de cuya
cantidad depende el grado de consistencia de la misma al freírla y su resultado
final, unas seis o siete cucharadas soperas de azúcar (aquí también ha de
calibrarse el gusto personal) y harina la que admita.
Ha
de quedar en reposo durante unas horas hasta enfriar y tomar cuerpo en un
recipiente plano, formando una capa de unos dos centímetros de espesor.
Cortar
en cuadrados de unos cuatro centímetros pasándolos, antes de freírlos, por
huevo y harina. Emborrizad con azúcar y canela. Se comen fríos, si te puedes
esperar, claro.
Y
si la cosa viene a pelo, que no falta ocasión, se preparan unos buñuelos. Quizá
en casa de alguna "Resure" que obsequia a sus amigas, vecinas y
mozuelas que a su casa acuden a felicitarla acompañadas de algunos mozos.
Una
vez la masa bien zapateá se forma un aro entre las manos, un tanto deforme y
rechoncho, que al freír se vuelve hinchón y destartalado.
Entre
risas y carantoñas, aflora el gastarle una broma a alguno de ellos.
Disimuladamente, se busca un trozo de hilo del que se atan las morcillas y se
introduce entre la masa de uno de los buñuelos. Unas no pierden de vista al
"preñado" mientras que lo fríen, y otras - y otros que conocen la
trama - eligen a la presunta e inocente víctima de su burla.
Pasa
la bandeja y... ¡ zas!, ahí lo llevas; que lo coges, que te lo llevas a la
boca... el primer mordisco, la cara de extrañeza ante la resistencia que
ofrece... y una carcajada unánime. Sin embargo, como la pieza no es única, el
propio burlador cae en su misma trampa, tendida por otro de ellos.
- El que ríe el último...
Autor: Salvador Ruiz Caballero
Cuanto se acuerda uno cuando se esta a distancia de su pueblo, cualquier referencia a las especialidades de las tradiciones que recuerdan sus primeros años.
ResponderEliminarLlevo 52 años fuera de Viznar pero en cuanto puedo hago alguna de las recetas tradicionales.
Saludos y buen provecho.
Cuanto se acuerda uno cuando se esta a distancia de su pueblo, cualquier referencia a las especialidades de las tradiciones que recuerdan sus primeros años.
ResponderEliminarLlevo 52 años fuera de Viznar pero en cuanto puedo hago alguna de las recetas tradicionales.
Saludos y buen provecho.