Andar por Casa - Costumbres de Víznar de Noviembre

 

Costumbres de Víznar

CALENDARIO FESTIVO, AGRÍCOLA Y DOMÉSTICO


Dichoso mes, que entra por Todos los Santos

Y sale con San Andrés


Avanza el otoño, ya en un esplendor y colorido bien marcado en esa arboleda inflamada en trasparencias caducifolias. Ya arrecia el frío y aparecen las lluvias que en su abundancia darán provecho en la preñez de una sementera que se ha de asegurar.


Mes de recuerdos a los difuntos, de visitas y flores en los cementerios con el objeto de adecentarlos. Allí es donde reposan nuestros seres queridos. Lucen en esta fecha de los Difuntos con el exorno de flores, en especial de los variados y coloridos crisantermos.


Castañas y boniatos caracterizan las reuniones al amor de la lumbre. Y en el campo, las tardes de sol, cálidas o frías, son buenas propuestas para el senderismo, buscar setas o disfrutar de la explosión de colores que nos brindan los espacios boscosos. Paisajes de enmarque fotográfico en el Parque Natural de la Sierra de Huétor tan variado y cambiante en la rotación estacional.




LOS CEMENTERIOS DE VÍZNAR


Los emplazamientos funerarios de esta comunidad vecinal de Víznar, a lo largo de la trayectoria histórica que vamos a documentar, han sido varios, según épocas y según circunstancias.


Refiriéndose a la etapa fundacional, que Enríquez de Jorquera basa en “ser de moros”, allá por el siglo XI, los enterramientos se hacían en las raudas. La rauda, situada a extramuros o a las afueras de la población, se extendían en espacios abiertos, sin protección ni delimitación señalada. La de Víznar fue localizada en las inmediaciones de la Venta extendiéndose por las Eras Altas. Al hacerse labores de fondeo en estos paratales, los azadones descubrían con frecuencia unas grandes losas limosas y de color verduzco bajo las cuales aparecían sin más los esqueletos de esta comuna musulmana, moradora en este Lugar hasta su extrañamiento.




La repoblación con cristianos viejos hecha en tiempos de Felipe II, reabre una nueva etapa que, en su costumbre de inhumar, ofrece la creación del nuevo camposanto cristiano. Estos enterramientos se hacían en la Plaza, cerca de la puerta de la iglesia e incluso en el interior de la misma, habiendo testimonios de que con motivo de obras se produjeran hallazgos de esqueletos a la altura de la pila bautismal.


El transcurso de los siglos trasladó el cementerio a la parte posterior de la sacristía quedando como testimonio el arco del Pilar del Barrio Bajo que fue enmarque y portada del mismo.



De todo esto poco queda pues de forma definitiva el camposanto de Víznar se reabre en la Era Baja siendo su solar definitivamente abandonado dejando  expedito para la edificación de la Ermita de Nuestra Señora de Fátima en 1950.





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