EL AUTOMÓVIL: CRITICADO Y QUERIDO por Manuel Garrido Ruiz


En este tiempo hemos tenido la oportunidad de ser testigos privilegiados de los vaivenes que sufre un sector que nos marca la vida, que nos hace plantearnos quizá otras formas de desplazamiento alternativas y porqué no, eliminar de un plumazo ese dolor de cabeza que nos causa…el automóvil.

Pero que falacia, que utopía, hay todo un universo a su alrededor en el que conviven el deporte, la empresa, la economía, la seguridad, y todo un mundo de sensaciones intrínsecas difíciles de cuantificar. La industria del automóvil siempre ha sido clave en el proceso de industrialización de nuestro país y uno de los pilares básicos de nuestra economía. Toro bravo, Miura castizo y difícil es el que estamos lidiando en el mundo del automóvil pues las ventas no dejan de retroceder y la presión del Gobierno asfixia a los concesionarios. Las inversiones en I+D+I para reducir las emisiones han sido brillantes hasta el punto de reducir en muy poco tiempo y de manera muy progresiva las emisiones de CO2 de los vehículos a cifras que parecían difíciles de asumir y completar los compromisos con la Unión Europea.


El mundo del periodismo del motor, las investigaciones doctorales en materia de medio ambiente, movilidad y fiscalidad, los grandes hitos en el deporte del motor, están viviendo una evolución paralela muy distinta a la llevada a cabo por los  ejecutivos que nos han gobernado en las últimas décadas y que han callado bocas con distintivos verdes, pegatinas sobre movilidad y planes emergentes que son eficaces a muy corto plazo. La concienciación y la economía familiar no están para pensar en vehículos con soluciones alternativas a la combustión ordinaria.

Me parece una heroicidad la implicación del gobierno para con el sector del automóvil pues en un momento tan complicado se atreve a sacar un plan para luchar contra viento y marea con la situación de crisis actual e integrar al empresario del automóvil en el tren europeo sin perder ilusión, emprendimiento, crecimiento y progreso.

Cierto es que la situación actual nos ha llevado a una obviedad incuestionable: las ventas de automóviles han caído a niveles similares a los de los años 80. La situación de desempleo, la pérdida de poder adquisitivo, el aumento despiadado del precio de los carburantes y la psicosis que reina en el ambiente y que nos embarga a todos, ha hecho que los ciudadanos españoles renuncien a gastos elevados que no son puramente imprescindibles. ¿Es el momento de poner sobre la mesa un tipo de vehículos que renuncian a los motores convencionales pero aportan soluciones alternativas?

Quienes confiaron en un despegue espectacular de este tipo de automóviles se han equivocado completamente. Atrás quedan las locas previsiones del gobierno de Zapatero que auguraban ventas de cientos de miles de unidades anuales y, para ello, prepararon incentivos de todo tipo que no han sido efectivos. Apuntar también, que se hace harto complicada la adquisición de un vehículo eléctrico por muchas ayudas y planes que faciliten su compra. Es una solución para el futuro, pero que aún está por llegar su tiempo. La hibridación es la aportación más cercana para que nuestras mentes diluciden y acepten esta innovación, amén de recuperarnos económicamente.

No podemos negar que el Plan PIVE es una solución para empezar a enchufarnos a esta tecnología que se nos brinda. Las ventajas son innumerables: el coste por kilómetro es ridículo, ausencia total de ruido y no contamina el aire de las ciudades. Si bien, cada tipo de motorización, cada tecnología, tiene su momento y su escenario adecuado. El futuro pasa por una automoción con diferentes energías.

Algunos le llaman electromovilidad, otros e-movilidad, algunos más hibridación, lo que es cierto es que todos tratan de dar respuesta a las muchas necesidades de movilidad sin desilusionarse, pues tampoco pretenden cubrir todas las necesidades, como tampoco el que conduce un automóvil actual puede exigir volar en él.

La fiscalidad aplicada al automóvil debe contribuir en todo momento a aportar soluciones (beneficios fiscales, incentivos, exenciones...) con el fin de marcar épocas distintas y diferenciadas en el sector de la automoción. El reto es apasionante, el futuro se presenta prometedor, pero también incierto. La falta de crédito resta confianza y la incertidumbre ante los cambios constantes en las políticas fiscales, marcan una tendencia en negativo que tendrá que saber afrontar este gobierno con medidas urgentes para reactivar el sector y ayudar a los concesionarios (la mayoría pymes familiares que generan un montón de puestos de trabajo).

            Permitid un ápice de mi amor al mundo del automóvil: ¡que la emoción nunca falte en el vehículo! Es una herramienta de trabajo, pero también es, un lugar íntimo, personalizado, y confidente.

Manuel Garrido Ruiz
Doctor en Derecho 


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