Analizando la situación actual de
nuestro país nos encontramos con situaciones de muy diversa índole,
pensamientos muy dispares y acontecimientos múltiples que nos llevan a
desarrollar unas ideas, unos comportamientos y unas actitudes muchas veces
impropias de nosotros y que reflejan una falta de “algo” al mirarnos en el
espejo de nuestra conciencia.
Una crisis económica y financiera como
la que estamos sufriendo no nos puede llevar a la decadencia de pensamiento y
de actuación. La crisis debemos de analizarla como compromiso y nunca como
ruina. El malestar general que vivimos lo podemos cambiar por el termino
inquietud y a su vez éste por remordimiento. No hemos hecho los deberes y
tenemos tarea pendiente.
Empresarios y autónomos confirman que
uno de los pilares fundamentales de la sociedad se ha resquebrajado, está
fuertemente dañado y es, ¡el valor cívico y moral de cada uno! (sin plural).
Nos dice Stuart Lucas “la riqueza sin valores es sólo dinero”, en su obra Riqueza: constrúyela, protégela, gástala y
compártela. Se anuncia un año lleno de sacrificios. Pero a la vez la
crisis puede ser una oportunidad para recuperar valores esenciales debilitados
durante los años de opulencia, como la solidaridad, la templanza o el valor del
esfuerzo.
En este instante de urgencia
económica, es el momento de poner los "pilares de salvación" en la
gran masa de familias que están soportando la crisis con inteligencia y serán
quienes, en el corto plazo y en el largo plazo, conduzcan a una sociedad más
rica, en el sentido más personal y profundo de la palabra "riqueza". Uno de los grandes problemas de nuestro
país es la corrupción de mentes, de cultura, de trabajo y de conciencia para
con los demás, ¡cada uno va a lo suyo! En
la España de
hoy estamos asistiendo a todo un rosario de escándalos en el que unos y otros
se llevan a manos llenas los recursos públicos, el dinero de todos.
El
Gobierno tiene una tarea inmensa por delante. Debe ser valiente y devolver la
economía a la gente, y así generar la confianza que necesita la sociedad
española. La confianza hay que ganársela con hechos. Tenemos prisa, así que lo
mejor es que se tomen las medidas despacio. No hay nada peor que tomar
decisiones equivocadas en una situación de urgencia. No olvidemos que es la gente de a pie
quien en última instancia va a sacar a España de ésta.
«El
Gobierno que presido sabe lo que tiene que hacer para mejorar la reputación de
España, para crecer y para generar empleo. Lo sabemos y lo vamos a hacer»,
sentenció Rajoy en un acto-mitin del PP andaluz, que le fichó como «gancho» para su campaña. Pero
señores del Partido Popular, no queremos “ganchos de campaña”, queremos
realidades, actuaciones inmediatas realizadas con “cabeza y corazón”, porque lo
esperan con angustia cinco millones de españoles que cada día se levantan
currículum en mano y a la desesperada a buscar a un empresario que le tienda la
mano, porque lo esperan unos autónomos y unos pequeños y medianos empresarios
que cada mañana se levantan con un único pensamiento: “mi familia, mi vida”.
En el diálogo y la charla con todo
tipo de personas nos damos cuenta del aporte de ideas que cada uno transmite,
desde médicos hasta empresarios, desde albañiles hasta panaderos, desde
profesores hasta taxistas, desde amas de casa hasta vendedores ambulantes.
Ellos/as quieren participar activamente con ideas y proyectos que prendan la
llama al país y se iluminen sus vidas. No queremos cortinas de humo, no
queremos “pan y circo”, simplemente deseamos un orden social, cívico, moral y
político que nos lleve a compartir, a dignificarnos como profesionales y a
hacer de nuestro trabajo, un compendio de riqueza solidaria y responsabilidad
de buen hacer.
La esperanza debe ser nuestro punto
de mira, es una cualidad innata del ser humano, debemos creer en nuestros políticos,
en nuestros médicos, en los profesionales de la enseñanza, en los economistas,
en los empresarios….Estamos en el siglo XXI y eso significa “avance”, sí, ha
habido muchas crisis anteriores pero…de todas se ha salido y no vale el colapso
total, la rendición de nuestros valores, no cabe la cultura de la
desesperación, no cabe el derrumbamiento total.
Terminar alentado las mentes de las
personas que no quieren hacer el bien colectivo, que son egoístas, simplemente decirles
que miren por un momento a los más inocentes de la sociedad, a los niños/as que
con su rostro a veces desencajado por ver a sus padres sufriendo, intentan
hacer “alguna tontería” para sacar a su familia una sonrisa y por un momento… ¡llorar
de alegría!
Decía Benjamín Franklin, “cuida de
los pequeños gastos; un pequeño agujero hunde un barco”. No malgastemos la vida en asuntos inútiles, pensamientos
negativos y charlas imprecisas y vanas. El barco no se hunde si tú y yo estamos
remando en la misma dirección.
AUTOR: Manuel Garrido Ruiz
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