Cantar de los Molinos
El agua de Aynadamar
acaricia los molinos
depositando en sus piedras
besos húmedos y fríos.
Canta la acequia canciones
que acompañan los gemidos
de ruedas y de poleas
que asemejan los latidos
de un oculto corazón
mientras van moliendo el trigo,
gira, que giran las piedras
con monótono sonido.
Difumina el molinero
su silueta en polvo fino;
(una nevada de harina
hace su cabello albino).
(Molino de las colonias
por los años derruido!
Al arrullo de tu salto
cuantas veces me he dormido
viendo a la araña tejer
telas de plata hilo a hilo
que el agua las va adornando
con diamantes de rocío.
En la espuma de los cubos
se reflejan los olivos,
filósofos vegetales
con los troncos retorcidos
mirando correr el agua
como ancianos pensativos.
Por la acequia, mansamente,
sigue el agua su camino
y llega al Molino Viejo
que Álvaro cuida con mimo.
A la sombra de un nogal
los verdes chopos erguidos
miran crecer los nenúfares
en las ondas sumergidos.
La acequia se esconde ahora
(sobre ella juegan los niños)
pero pronto se descubre
y emerge en otro molino
que es en el Corpus altar,
rojo, verde y amarillo;
(geranios, yerbas, gayombas)
bajo un dosel de racimos
y aromas de mejorana
mastranzo, juncia y tomillo.
Pasa el agua bajo el pueblo
con rumores presentidos
desangrándose en las fuentes
sus caudales cristalinos.
Sale en el Molino Bajo
por las hiedras invadido
como un viejo galeón
con anclas en el olvido.
El agua se precipita
con fragoroso ruido
y huye bajo la tierra
de aquel paraje sombrío.
Llegan las aguas cansadas
hasta el Molino del Pino
serpenteando la acequia
entre zarzas sobre el limo.
Al dejar Víznar, sus penas,
se traducen en suspiros;
(acaso presiente, triste,
que su próximo destino
ya no es de paz; con su ayuda
fabricarán explosivos).
Acequia de Aynadamar,
alegría del camino,
hija de la Fuente Grande,
Novia fiel de los molinos
que deposita en sus piedras
besos húmedos y fríos!.
Miguel Martín Martín
Víznar. Agosto 1982
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