Andar por Casa - Costumbres de Víznar de Enero

 

Costumbres de Víznar en Enero

CALENDARIO FESTIVO, AGRÍCOLA Y DOMÉSTICO




En enero se hiela el agua en los pucheros

Enero, fresco y heladero


Enero es el corazón del invierno. Con su fama en las noches frías y en amanecidas de heladas en el campo. Heredero de los tintes del precedente diciembre, tiene a su favor la crecida de las horas de luz y un lento pero continuado despertar de la Naturaleza. Pero el refranero no deja de observar que en enero el caldo se hiela en el puchero, o aconsejando arrimarse al brasero o  no quitarse el sombrero ni para saludar.

El calendario festivo nos trae el Año Nuevo, los Reyes Magos y San Antón, cada cual con sus peculiaridades bien marcadas. Pronto llegará San Blas, que ya por estas fechas va tomando forma en su programa.




ECHAR LOS AÑOS

Estamos en Año Nuevo. Lógicas y preceptivas felicitaciones no exentas de rutina y de mutua correspondencia. Pero algunos no han reparado en que horas atrás, ya al filo de la medianoche, en una nochevieja que agoniza para dar la bienvenida al año nuevo, ha tenido lugar un tradicional y esperado acto a modo de juego y de conjura: Echar los años.

Los jóvenes y mozuelas de Víznar, han de ser solteros, se reúnen en torno a una lumbre, con unas copas de anís dulce, unos mantecados o rosquillos, para participar en este juego intrascendente, jocoso e inocente. Se anotan en unos papelitos los nombres de los participantes por separado de la lista masculina y femenina. Dispuestos quedan en dos sombreros o taleguillas, doblados convenientemente y en proporción que puede ser pareja o dispareja, e incluso se incluyen personas ausentes.

Y se procede a extraer de uno y otro montón los nombres de los intervinientes, que han de quedar así emparejados en un compromiso que ya de antemano han tenido a bien aceptar. Estas potenciales parejas, acatan de buen grado reconocerse como tales con un beso en la mejilla tras su proclama.

Ana y Luis, 
Y por lo mucho que te quiero
Te regalo el bigote del Zapatero
A otros les corresponderá el poco apetecible presente ¡de la escupidera de “Tío Tripica”! que decían tenía un marcado cerco amarillento. O el caño del Lavadero, o la tomiza de la llueca, o los calzoncillos de “Charines”, que imaginación no faltaba para reír con estas charadas.

Dándole una vuelta de tornillo al tema, igualmente respetan como norma y en lo sucesivo, ser el uno del otro en apariencia manifiesta cual si de una pareja de novios se tratara. Se conviene entre los  participantes y demás asistentes este fingimiento por un periodo de tiempo que se puede dilatar por una o dos semanas.  Y por la calle o en otros escenarios de vecindad, como el pueblo es chico y todo se conoce, no es de extrañar que sean objeto de miradas o comentarios divertidos.

Este juego, intrascendente e ingenuo, provoca una vigilancia de los afectos y en algunos casos, ya que el roce hace el cariño, ha desembocado en un verdadero enamoramiento, que quizá ya por San Blas haya florecido y que no sin fundamento haya quedado sellado en matrimonio por mor de un sencillo entretenimiento.







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