Termina el verano. Quedan
atrás los días de calores, mitigados por el clima benigno que
favorece aires frescos y cielos de un azul ultravioleta. Y con este
final del verano, traemos a colación este artículo, publicado por
el periódico IDEAL el 26 de Septiembre de 1934. Desconocemos la
autoría del mismo, pero de su contenido se desprende, eso sí, que
se trata de un asiduo veraneante en las casitas blancas del Retiro.
Su amplia y variada temática
de nuestro redactor relata vivencias de unos días que tiñen de
nostalgia en la despedida.
Amenas referencias a nuestro
pueblo, en sustanciosas parrafadas que no dejan pasar por alto el
claro reflejo de una época y sentidas dedicatorias a lo que este
certero cronista refiere como “ pueblecito de Víznar, risueño y
acogedor”
CRONICA DE VIZNAR
Adiós al verano
IDEAL 27 de septiembre de 1934
Primer artículo con que
colaboré en Ideal
El desfile de veraneantes tras
el retablillo de la actualidad ante las postrimerías del estío, el
adiós de las despedidas. Esta población risueña y acogedora ve
alejarse los días estivales, las tardes luminosas y el cielo alto,
de purísimo azul, en los que afluían desde el Retiro camino de la
Fuente Grande, la colonia granadina, que ponía en el paisaje de este
delicioso rincón serrano, en su paseo diario de alegría y de color.
El
entorno y la Sierra
El pueblecito limpio, sano y
bueno, donde la tranquila pereza del ambiente y de las horas, y el
suave resbalar de su aire siempre fresco y grato como una caricia,
nos hace pasar un estío delicioso se queda en silencio como reposado
y satisfecho hasta el nuevo año y tras el nuevo estío en que
tornaremos a ver la sierra, la comba alta y Prusia de su cielo, sus
tardes apacibles y llenas de luz, las primeras horas de la mañana,
en las que a veces, camino de la Cueva del Agua, del Prado de la
Casilla, allá entre pinares, en plena Alfaguara, pasamos días
espléndidos la colonia veraniega de Víznar, después de unas horas
de mucha alegría y divertida caravana entre sorprendentes
perspectivas de paisaje.
El
Rosario de la Aurora
Ya hasta otro año también,
amanecidas como el Rosario de la Aurora, en que el cronista vio entre
familiares y amigos, el paso del cortejo musitando rezos y plegarias
por las empinadas callejas y recovecos donde la lun parecía
deshojarse, bañándose de plata los tejados, las fachadas encaladas,
el rústico pavimento de guijarros, asomándose a las ventanas y
balcones a todo un pueblo cristiano que se unía más tarde a la
comitiva religiosa para musitar también con rezos y cánticos
populares, feliz y contento, después de tres años que esta
solemnidad no se celebraba.
Las
veladas de los veraneantes
Y hasta otro año, los
instantes de la sobretarde, frente a estas casitas blancas del
Retiro, en que a flor de calle el ingenio y buen humor reunían a
todas las familias en animados grupos, y en la que no faltaban la
juventud risueña y festiva, la cara bonita y expresiva de mujer,
ojos de opalinas irisaciones y otros negros como abismos, y la
simpatía atrayente que, en el rodar de los días, hora tras hora de
charlas y de risas llevaba al otro ser reflejos dorados de optimismo;
la pasión de una palabra que haciendo del amor una noche de verano,
encadenó y dio formas a muchas nubecillas que acaso cristalizaron.
La
guitarra
La guitarra también nos
deleitó, y sus bordones de desgarradoras y blancas armonías en
manos de un experto veraneantes vibraron más de una vez y en su
compas los mil arabescos magistralmente interpretados, cadenciosos y
rítmicos del “Capricho árabe” de Tárrega o “Granada” de
Albeniz, emoción de la cuidad que, desde la falda de este
pueblecito. Rn las noches despejadas y de luna llena. Oía sus ecos
pletóricos de nostalgias y de amor… y tantas otras composiciones.
Estas composiciones y de
regocijo de veraneantes en el ambiente perezoso y en el rincón
limpio y bueno y sano que en la memoria de todos y en ello la
impresión alagüeña en la que, a partir hasta otro año dejamos
aquí un grato recuerdo del estío que transcurrió deliciosamente.
Otros
temas desde el olivo en el que escribe
El cronista hablaría aún
más, bajo el ramaje espeso, artesonado de orfebrería, del viejo
olivo en el que escribo y donde paso las horas de la tarde de cada
día- Y diría aun más, si no temiera apremios de tiempo y de
espacio. Hablaría por ejemplo, de las vistas panorámicas de este
pueblecito, con la vega abajo, al fondo ante un horizonte lejano;
escribiría de su altura, mil veinticuatro metros sobre el nivel del
mar, que unido con la proximidad a la ciudad, a ocho, nueve
kilómetros, se sitúa como lugar ideal, la pureza de sus aires y
escasa distancia a Granada;
El
camino de Fuente Grande
y hablaría también (¿por
qué no?) de la necesidad de esta su carretera de ser reparada de
reformas siquiera ese paseo delicioso de Fuente Grande, ornamentado
con bancos rústicos y algunas explanadas sus admirables vistas
recreasen más y mejor y cubrir de arboleda y frondosidad sus
pretiles en todo el trayecto que es hoy la cinta ondulante que nos
lleva al nacimiento del agua que discurre por Víznar, El Fargue
hasta Granada, y por último, encarecería vigilar más ese
nacimiento y ese cauce que, descubierto en toda su longitud, apena en
la actualidad su descuido y la incomprensión de muchos de sus
visitantes.
Despedida
Hasta otro año, pues, queda
este lugar, donde la naturaleza volcó toda la gama de sus bellezas;
donde el aire limpio y puro y clima agradable, el agua naciente y
cristalina, en silencio como reposando satisfecho…
Envío. Pueblecito de Víznar,
risueño y acogedor. A ti, que deberías los días apacibles y
serenos de un estío que no se dejó sentir porque la brisa fresca de
su Sierra fue la mejor prueba con la que nos obsequiaste, y las
mañanas, remanso de paz y sosiego, y de las noches bulliciosas y
alegres. A ti va nuestro adiós de las despedidas quedando en ti los
instantes emotivos y sugerentes que pasaron, y en mí con la gratitud
de mi pluma, el adiós de mi despedida, trenzado en un sentido
madrigal.
Recorte de prensa
proporcionado por gentileza de
Gerardo Ruiz Martín
Autor: Salvador Ruiz Caballero
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