Andar por casa - La Noguera



RINCÓN DE LA NOGUERA
¡Ay, rincón de la Noguera!
Cuántas veces te he cruzado
Y mi ardor ha mitigado
A tu sombra placentera,
Cuando cada primavera
Tus hojas brotan pujantes
Presintiendo ya el estío
Su verdor y poderío
Son guerreros expectantes
Lanzando al sol desafío.

Miguel Martín Martín
Víznar, agosto 1982



         Su nombre deviene evidentemente de la presencia de una noguera que en su día dio sombra y verdor al centro de este enclave. Después la sustituyó un copudo álamo negro, una acacia… Periódicamente acudían al pueblo el sombrillero, el hojalatero, el lañaor, el sillero, el talabartero… encontrando bajo sus ramas cobijo para el desempeño de su oficio y lugar de referencia donde acudir para que se les compusieran sombrillas, lebrillos, sillas, asas de una olla, …quizá hasta una muñeca.



          La Acequia de Aynadamar cruza por la Plaza y subterráneamente recorre las entrañas de la Noguera para reaparecer nuevamente en el caz del Molino Bajo, siendo visibles los vestigios de su cauce en los primitivos sillares de cantería en travertino. (s.XI)

La placeta es bastante irregular, con elementos aterrazados en varias mesetas, ensanches y recovecos. Una sinuosa escalinata empedrada nos lleva hasta un remanso hundido en el que hermosea un pilar con lavadero. 


Frente a él dos borriquillas atadas a sus manillas a la puerta de las vivienda, aguardan con sus capachos. Pronto sale de las casa Emilio “el de Amparo La Manolilla”, su mujer. Fue uno de los tantos panaderos que con el fruto de su trabajo da sustento a sus hijos Emilio, Inmaculada, Rocío y Manolo. Emilio “el del Correo” pues así se conoció también a su padre, Nicolás “Tilín, el del Correo”, pues tuvo como encargo el reparto de cartería en el pueblo.

Puerta con puerta Antonio “Floreta” puede darte solución a tu tele que no funciona. A la lavadora, que no le funcional el tambor o se le atrancó el filtro. También venderte un frigorífico, instalarte el Canal Plus. Casi siempre lo vemos por la calle con unos alicates o un destornillador en las manos. 


Es un espacio fresco y umbroso donde se acomodan estas viviendas de doble piso que abren sus puertas y ventanas en fachada corrida. Desde aquí abajo se contempla el muro que soporta en su cresta el acueducto de la Acequia. Todo cubierto de culantrillo y rezumando agua. La hiedra tapiza también todo el frontal del pretil, sin que falten tampoco algunas especies sembradas por la mano del hombre: las madreselvas y los jazmines, los rosales, el pitiminí, los rosales trepadores… y las campanillas. Una meseta, se coloca en el centro del espacio, bordeada de lirios con golpes alternos de periquitos y las erguidas malvarrosas de corolas rosas matizadas de púrpura. Suficiente espacio para albergar al grupo de bordadoras que en la recacha de la tarde montan sus bastidores de tul. Otras veces será improvisado convite de tejeringos o lugar escogido para iniciar el ritual de la matanza.


A la derecha, en un alarde constructivo de aprovechamiento del terreno, de resolución de volúmenes, se abre una calleja que viene a morir en un cobertizo de trazado cavernoso. Aunque no hay rotulación al respecto, nos referimos a “la calleja de María la de Celestino” por ser vivienda de María y Celestino, que regentan en la Plaza en la esquina del Palacio una tiendecilla taberna conocida con el mismo nombre. Sus dos hijos, no podría ser de otra manera, María y Celestino También viven en el final de esa calleja el matrimonio de Joaquín y Blasa con su hijas Carmen, Gracia y Paquita. A la izquierda Margarita “La Periquilla” y desde aquí el recuerdo a Tía Eduardica, que durante años cuidó hacendosa y diligente a nuestro querido Párroco D.José Crovetto Bustamante. Manuel Sánchez Teruel, toda una institución, que fue muchos años Municipal, su esposa María “La Teruela” y sus hijos Eustasio, María, Lolita y Manolo. Lo demás son portones traseros de la casa de “Las Secretarias” y la casa de Laura, ambas abiertas en principal al inicio del Barrio Bajo. Toda el ala izquierda es en sí una sucesión de accesos a cuadras y corrales de viviendas que dan fachada a la Plaza.



Manuel Sánchez Teruel, con uniforme de gala, y su esposa María

Precisamente por el portón trasero Eduardito saca de la cuadra dos mulos de pelaje alazán y tostado. A uno de ellos le echa el aparejo y las amugas, pues se dispone a echar un día de ariega, en una cumplida “obrá”, labor de besana. Sucesivamente, como si de un rito ceremonial se tratara, encarama en un costado de la amuga el arado de teja de vertedera, de dos manceras. En el otro el rastrón, el ejero y el ubio con su “lavija”. Todo sabiamente laceado, todo queda inmóvil. Entra de nuevo para traer la vistola (el recatón o gavilán) y las mantas que coloca en la raspa del aparejo. Y a la reata se dirige al campo llevando al hombro una taleguilla con una fiambrera, quizá con unos canutos de longaniza frita, ensaladilla de invierno o morcilla de lustre con tomate.


En la Noguera caben todos los sonidos: el rumor del Agua de Aynadamar, el canto y aleteo de los pájaros refugiándose en los árboles, chirriando en los aleros; los pregones, que en sus bucles sonoros remontan los tejados invadiendo otros barrios.

También los silencios en la quietud de la siesta son interrumpidos por las chicharas que “revientan” en los campos vecinos de la Terrera y la Guindalera. Silencio roto por los niños que salen del recreo, y que se afanan en sus juegos y disputas: las bolas, la rayuela, la lima y la navaja, el trompo, los tejoletes y las cañas, churro pico terna, la pídola, los cromos, los huesos y las charpas, los montones y los platillos…

Por la tarde, ya entre dos luces, serán la Noguera y la Plaza escenarios ideales para jugar a la lata, al escondite, marcando territorio para salir a “policías y ladrones”. Mientras tanto, las niñas invadirán con sus coros infantiles la inmediata puerta de la Iglesia: “ A la flor de romero, romero verde”… “Estaba el señor don Gato”… “Verbena, verbena, que siga la cadena”… con lo que esto lleva de mínima, coreografía y gesticulación.




RINCON DE LA NOGUERA
¡La Noguera! ¡La Noguera!
¿Habéis estado una tarde de verano
A la sombra sintiendo como el agua
Va corriendo sin verla, ocultamente
Pero siguiendo rumores de la Acequia
Que un poco más abajo se despeña
Por el Molino Bajo, abandonado?
Su frescura nos llega en oleadas
Suavizando las horas bochornosas,
Entrando poco a poco en tu organismo
Y mientras los insectos zumbadores
Que entre flores liban, te adormecen
Con su nana de notas de falsete.
Si miras sus rincones uno a uno
En cada esquina descansan tus sentidos:
Aquí estallan geráneos en macetas
En las tardes de estío calurosas.
¡Aprovéchate, hermano, que son gratis!
¡Adiós, Noguera amiga, vuelvo pronto!

Miguel Martín Martín
Agosto 1992





EL MOLINO BAJO

Bajando la cuesta, llegamos al Molino Bajo, con sus tres paradas. Antes fue molino harinero y con el devenir de los tiempos se convirtió en turbina para generar electricidad. Sobrecoge la monumentalidad ciclópea de su acueducto y cubo. En 1894 se instaló en él una turbina vertical diseñada por la firma Gilber-Gilkes&Co. De Kendal-England, capaz de entregar una fuerza motriz de 18HP. Conectada a una dinamo generadora de la firma Dinamo, fabricada en Oleikon (Suiza) envía a la Fábrica de Tejidos un suplemento energético necesario para implementar su eje principal de trasmisión. Esto se hace mediante una línea de postes, la primera en su género en el panorama industrial de la provincia de Granada. Un tendido telefónico, pionero en igual modo, comunica el Molino y la Fábrica, catalogándose ambas líneas como parte del Patrimonio Industrial de Andalucía.


Aynadamar, agua huidiza que se precipita en los cubos para reaparecer luego en los cárcavos del socaz del Molino. Miguel Martín en su Romance de los Molinos así lo plasma:
Sale en el Molino Bajo
Por las hiedras invadido
Como un viejo galeón
Con anclas en el olvido.


       Metros más abajo, el Partidor de las Aguas de El Cuarto. Con sus cuatro arcadas, dispuestas para establecer el reparto de la cuarta parte del agua que corresponde a este Pueblo para el riego desde 1º de abril a finales de octubre, desde mediodía a la puesta de sol. La compuerta de “El Cuarto” es el tomadero nº 26 en el orden de los caños. El nº 24 es el caño continuo del Molino de Aceite de La Casería de Méndez. Desde esta compuerta los Riegos del Cuarto se alargan hasta la Casería de Méndez y el Ramal de La torna de las Casería y otros pagos de la parte baja de esa zona de influencia.

LOS HUERTOS

Más arriba Acequia deriva las tomas nº 20 y 21 para la Casa de los Gómez Mir que además disfruta de Primos Reales, la 22 es tomadero de Albas de Antonio Gallardo y otros, la 23 albas de Valentín Ruiz y la 25 albas del huerto del Molino. Los caños anteriormente referidos, son las acometidas que sabiamente conducen mediante “acecuelas” y atanores el agua de riego hasta los huertos. Son éstos unidades indivisibles dentro del espacio de las viviendas que poseen este privilegio. De un mismo caño son copartícipes varios usuarios. En el casco de Víznar, concretamente en la Noguera se pueden aún observar claros vestigios de este anillo de huertos que va en este tramo en continuidad, desde la casa de los Gómez Mir y huertos aledaños , el huerto de Emilio, el de Antonio Gallardo, Molino Bajo y casa de los Medina (Primos Reales) hasta el Huerto de Las Valentinas.



AUTOR: Salvador Ruiz Caballero

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