No podemos poner en duda la buena
preparación de todos los que se dedican a la enseñanza. Esa preparación es muy
necesaria, pero a la hora de impartir unos conocimientos lo que realmente
cuenta es saber enseñar lo que se sabe. Porque no enseñamos a un ser inerte,
sino a seres vivos que tienen una psicología y exigen una motivaciones muy
distintas unos de otros.
Cuando los padres y madres envían a
sus hijos a un centro educativo quieren saber lo que hace el centro con su hijo.
Porque muchas veces se programa de acuerdo con unos objetivos que difícilmente
se podrán alcanzar.
Al profesor le preocupa cumplir su
programa, cuando no deben darse unos contenidos si el alumno no ha comprendido
y captado los anteriores. El profesor se cree el centro de la clase, el que
tiene que decirlo todo, cuando la misión del profesor es la de guía,
orientador, motivador, etc.
Como profesor, hay que pensar que en
nuestras manos tenemos la formación y el porvenir ético/moral de miles de
jóvenes que mañana van a estar integrados en los distintos estamentos de
nuestra sociedad.
Nos vino el ex candidato a
Presidente de nuestra nación por el Partido Socialista, Sr. Rubalcaba, con el
preconcebido y no nacido aún, MIR docente, como prueba selectiva para la mejora
de la práctica educativa. Y yo le digo que no, Sr. Rubalcaba, y le contesto con
una frase en memoria de mi padre. “sobran sabios y faltan pedagogos”. Que hay
que impartir conocimientos, nadie lo niega, pero también debemos de poner las
cosas sobre la mesa y decir que el niño/a no puede ser considerado como un
depósito de conocimientos enlatados. No debemos olvidar que estamos haciendo
hombre y mujeres, y estos/as no se hacen solamente con suministrarle contenidos
sino ayudándole a saber hacer uso de su libertad, a saber convivir, a saber
respetarse, etc.
Hace unos días, un columnista de
Tribuna, Inspector de Educación, recalcaba algo sumamente interesante y digno
de respetar: “…para el ejercicio profesional de la enseñanza son necesarias
competencias propias en las que, antes que el conocimiento del contenido, es
indispensable el conocimiento didáctico del mismo…”
Cierto que el “bombazo educativo” del
MIR docente puede convertirse en un “bombazo político” siempre y cuando haya
personas dispuestas a seguir las astucias de quien de nuevo utiliza la
educación para protagonizar un liderazgo político.
Como persona que también estoy inmerso
en el mundo político, creo que precisaríamos (y nos metemos todos) un MIR para
la clase política, donde los ideales políticos nunca se mezclaran con la vida
privada de las personas, donde se magnifique la figura del político capaz,
correcto, preparado científicamente, capacitado para el ejercicio verdadero del
bien social que es la política.
Al igual que hay buenos y malos
profesores, hay también buenos y malos políticos. Pero lo que no podemos
permitir, es que nuestra juventud nos tache y nos reproche nuestra falta de
sinceridad y nos haga responsables de las locuras a las que les hemos impulsado.
Si bien la profesión docente exige en quienes la ejercen relevantes cualidades
humanas, pedagógicas y profesionales, también debe exigirse a la clase política
másters, doctorados y capacitación política pedagógicamente hablando. Los
actuales sistemas de selección del profesorado no son los más adecuados para
valorar objetivamente quienes son los mejores. Se suspende a los alumnos, tal
vez porque son malos alumnos, pero tal vez podría ser también porque hay malos
profesores. Idéntica semejanza establezco con los políticos y su formación.
La preparación profesional de los
políticos de nuestro país es un tema candente hoy día, siendo múltiples los
casos de miembros del Gobierno de la nación, Alcaldes y concejales, de
diputados, que no cuentan con estudios superiores, y también habría que
exigirles un MIR político.
Manuel
Garrido Ruiz
Doctor
en Derecho Financiero-Tributario de Jaén
No hay comentarios:
Publicar un comentario